Enganchada como un adicto a su droga

Creo que una de las peores cosas que te
pueden pasar en la vida es hacerte adicto
al dolor, y no al dolor en sí, sino a quien te
lo causa. Engancharte a todas la veces que
te hace mierda, te hace sentirte vacía, te hace
sentirte insuficiente, te hace sentirte vulnerable,
sola, hace que crees mundos en tu cabeza que
no existen, hace que crees nudos en tu garganta
que te ahogan, y es una mierda darte cuenta de
que no te valora, no como esperas, ni como
quisieras, te sientes una mierda cada vez que
te dispara flechas de indiferencia, cada vez que
no saca horas al reloj por verte, ni excusas para
hablarte, y te sientes aún peor cuando luego llega
como si nada, como si todo estuviera bien, te
sientes insuficiente, impotente, porque tú sólo
quieres un poco más, pero tan sólo porque le
darías el doble de lo que te da sólo por verle
5 minutos más.

Y lo peor es que no te sientes lo suficientemente
fuerte como para salir de ese bucle de vaivenes,
de ese querer a medias, de ese regalo de sobras
del tiempo que le queda, y no de regalarte las
horas que le faltan.

-Es triste- me repito una y otra vez

¿En qué momento de mi vida dejé de darme el
valor por el que tanto tiempo había luchado?,
¿en qué momento mi corazón empezó a ignorarme
por tu sonrisa, en qué momento te puse a ti por
delante de todo, y de todos?.

Es duro no saber hacer las preguntas, pero más
duro sería escuchar las respuestas.

¿Dónde están tus promesas ahora que todo está
arriba? ¿dónde están esas ganas que me decías
una y otra vez que me tenías? ¿dónde están las
maneras que tenías de engancharme como un
adicto a la droga? ¿dónde están todas esas
mariposas que prometías que saldrían después
de tantos gusanos? ¿dónde estás tú, dónde están
tus palabras, o es que acaso no tiene validez
nada de lo que hablabas?.

Me prometiste tanto y tanto, me prometiste el cielo,
las nubes, me prometiste que lo nuestro sería como
el principio del verano, ese que coges con tantas ganas,
pero desde entonces, vivo en un continúo invierno.


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