Tenía tanto que decir, que no dije nada
Te escribí nueve mil veces, te escribí en todos los
formatos, formato susurro, formato papel,
formato llanto, formato silencio, te escribí hasta
en ebreo, te escribí todo lo que llevaba arrastrando
tantísimo tiempo, escribí todo lo que quería decirte
el día que te viera, planeé las mil maneras que tendría
para hacerte entender todo lo que en mi cabeza sucedía.
Me imaginé las mil conversaciones diferentes que tendríamos,
qué me dirías, qué responderías, me imaginé sincerándonos,
diciéndonos que el tiempo había pasado, que ya teníamos un
mutuo perdón, un perdón de corazón, me imaginé contándoselo
a mis amigas, diciéndole que porfin podría dormir tranquila,
me imaginé escuchando un perdón de tu boca, porque no sólo
fue culpa mía, fue culpa de las dos, éramos tan pequeñas, que
no sabía lo que hacia, tantos meses, tanto tiempo, con un nudo
en el pecho que no me dejaba respirar, tantos sueños en los que
aparecías, y me decías que si, que vendrías, que hablarías todo
lo que tenías guardado, todo lo que habías callado cuando te fuiste
sin si quiera decir adiós.
Me imaginé, sentí, pensé, lloré, callé, grité, tantas cosas,
que las respuestas, dejaron de importarme, pero ocurrió,
sucedió el día en que después de tanto, volví a verte,
no puedo negar el nervio en el pecho que sentí, nuevamente,
te tenía enfrente, pero tenía tanto que decir, que no dije nada.