Duele.

Cada vez va a peor, hay días de mejoría,
en los que apenas apareces por mis
recuerdos, pero días como hoy duele,
y duele fuerte, nos hemos quedado a
nada, de todo, nos hemos quedado en
las puertas, tú y yo, que odiabamos
las prisas porque significaban que nos
teníamos que despedir, que te abrazaba
y el mundo entero me daba igual, eramos
sólo tú y yo, y ahora seguimos siendo tú
y yo, pero en diferentes caminos.

Escribo sobre ti porque un día me dijeron
que si escribías el dolor que sientes,
poco a poco te va soltando, es como
si te liberaras, y aquí estoy, liberándome
de ti, liberando estas cadenas que me
aferran a tu recuerdo, tratando de soltar
las imágenes de tu sonrisa, y olvidando
cómo era tu risa.

Es duro levantarse cada mañana y no
tener tus buenos días, o no tener de quién
despedirme cada noche, sentir que se
te desploma la vida cada vez que
suena el eco de tus zapatos al marcharte,
me hubiera gustado que esto fuera diferente,
pero entonces significaría que hubiera
tenido que cambiar tu forma de ser,
y yo sólo quería que volvieras a ser la
que eras, te hubiera pedido que te quedaras,
pero eso no se pide, o todo o nada,
y me quedé a medias, un sonrisa caída,
unos ojos más rojos que verdes,
un vacío en la cama, un nudo en la
garganta, amigas que te dicen que no es
para tanto, que habrá miles que vendrán
con más fuerzas de las que tú tuviste
al irte. Ahora todo es negro, ahora nada
tiene sentido, pero sé, que si te escribo
poco a poco me iré liberando también
de ti, porque solo estoy convirtiendo
en arte, todo mi dolor.

Entradas populares de este blog

Nunca fuimos casualidad

Antes de que sea tarde

Te gané