Fuiste, eres y serás, mi más bonita casualidad.

¿Cómo empiezo esta entrada? sinceramente no sé cómo
empezar, hace justamente 5 meses y 14 días desde que
te fuiste de mi lado, desde que sin saber por qué, te fuiste,
te pediría que volvieras, lo gritaría a los cuatro vientos,
pero.. ¿de qué me serviría? si fue cosa del destino, o no sé
de quién, eso de que te marcharas.

Al principio, fue el palo más gordo de mi vida, sentí como
la vida se me paraba en cuestión de segundos, sentí como
uno de los motores más fundamentales de mi vida, se marchaba,
así, sin más, sin venir a cuento, y con mucha historia, historia
que se quedará grabada en mi a fuego.

Que bonito fue tenerte mi vida, sí, mi vida, porque eso era lo que
eras tú para mi, era tan increíble la sensación de tenerte día a día,
aunque a veces pasara. pero juro, que no había mejor sensación
que saber que estabas ahí, a cualquier hora, siempre que lo necesitara,
y cómo te necesitaba eh, que bonito era despedirme de ti todas las noches,
darte las buenas noches, y saber que al levantarme por la mañana estarías
ahí esperando que fuera a verte, y te sacara un rato a pasear.

Que bonito era ese amor tan incondicional, ese amor que solo podía recibirlo
y dártelo a ti, ese amor de un dueño, a su mascota, y parecerá absurdo,
pero juro que es lo más bonito que hay. Cuando te fuiste sentí que ya nada
pero absolutamente nada, tenía sentido, al principio no me lo creía, te
escuchaba en todos lados, seguía oyendo tus patitas corretear por la terraza,
como cuando te acercabas a mi ventana en las noches de frío y te llevaba
conmigo al cuarto para que durmieras conmigo, yo que siempre te metía
conmigo en la cama, y te tapaba, y tú que preferías dormir a los pies de
la cama, y mirarme, mirarte, y que te quedaras dormida, me encantaba eso.

Mentiría si te digo que alguna que otra lágrima no está cayendo, pero es
normal, después de tanto que viví junto a ti, y que de un día para otro
no estuvieras. Nuestra historia, increíble, cuando apareciste tan pequeña
y tan indefensa, abandonada en la puerta de ese colegio, y yo que me
enteré, e hice lo imposible porque te quedaras conmigo, recuerdo que
eras una bola de pelos blanca y con manchitas, tan bonita, tan pequeña,
y lo tranquila que eras, y la tranquilidad que me dabas, era increíble.

Recuerdo que comías lo más grande, pero bueno, eso de que las mascotas
se parecen a los dueños es algo que comprobé contigo. Espero que allá
donde estés, estés genial, que aquí se te echa muchísimo de menos, pero
bueno, sé que en realidad no te has ido, que sigues aquí conmigo, como
siempre, aunque ya cuando esté mal no vengas a pasear conmigo,
aunque ya no pueda darte las buenas noches antes de dormir, y achucharte
cual peluche. Fuiste, eres y serás, mi más bonita casualidad, pequeña.
                                                                                                                   

Te quiero.

Entradas populares de este blog

Nunca fuimos casualidad

Antes de que sea tarde

Te gané